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domingo, junio 11, 2006

Lluvia


Llueve sobre la ciudad y me parece que Valparaíso una vez más me leyó el pensamiento, ese el de tener las ganas de ver el mar con esa fuerza misteriosa que aparece cuando hay mal tiempo y el azul del mismo se oculta para pasar al gris enérgico.

Si todos pudiéramos expresar esa emociones ocultas y dejar de luchar con nosotros mismos, así como el mar cambiante, podríamos ser más felices de lo que creemos. Muchas veces tenemos esa gran pregunta latente ¿Qué tengo que hacer? Y en casi todas las ocasiones nos respondemos lo que debemos hacer.
Si nos enfocáramos en nuestros sentimientos, dejaríamos que la lluvia nos limpiase por completo, y nos responderíamos diciendo:
- Siento que puedo hacer esto…,

Camino por las calles húmedas del Cerro Concepción, y observo detenidamente los pastelones mojados, y no puedo evitar entrar a mi café favorito y pedir un chocolate azteca, entre cucharada y cucharada, trato de entender porqué expresar los sentimientos cuesta tanto, y esas ganas de salir corriendo y ser libre como el mar en tormenta, se agolpan en mi pecho.

La música que sale de un viejo disco de vinilo puesto, me indica que un tango está por comenzar, una sonrisa media tímida sale de mis labios, pestañeo lentamente para poder ponerle atención a la letra…,
“ este mundo fue y será una porquería ya lo ves…”

- ¡ Ja Ja Ja! – dije riéndome con ganas y cuando sentí las miradas de la gente en el café, traté de disimular con otra cucharada de chocolate caliente.

Afuera comienza a llover nuevamente, y las gotitas perezosas caen cerca de la entrada del lugar, la silueta de un viejo amigo me es familiar, y sin proponérmelo compartí mi espacio con otro caminante, porque a pesar de la creencia popular de que el invierno no es sinónimo de soledad, sino que es la mejor época del año para compartir en intimidad.


lunes, junio 05, 2006

Llanto

Siempre supe la verdad…,
que nuestros caminos estaban entrelazados
por un capricho del maldito destino
de mi vida, la energía que sentí al mirarte la primera vez que bajaste del cielo y te cruzaste en mi sendero, me bastó para decir que nunca iba a dejarte ir.

Mi corazón hoy late por inercia, porque estoy viva y sigo respirando,
¡Hice lo mejor posible!
¡Hice todo lo que me nació hacer y decir!
¡Hice todo lo que sentía, y fue por tener tu precioso corazón atado al mío!

La verdad amor, tu me enseñaste a volar con alas propias, a sangrar cuando tenía que hacerlo, y a reír cuando debía hacerlo, porque antes de ti yo estaba muerta, antes de ti, mi vida cuadrada creía que era perfecta…, y en realidad era una más de mis mentiras propias, para no ver la realidad.

Te amo mi Ángel caído, te amo en todo momento y lugar, las luces de los cerros de Valparaíso tratan de alumbrar mi camino solitario, miro hacia la bahía y trato de dejar allí junto al mar, la herida de tu partida.

Te dejé ir ángel mío…, sólo porque te amo.
Te dejé partir…, porque no puedo más cargando tu cuerpo.
Te dejé volar solo, porque mis alas son tan distintas a las tuyas amor…;
Te abrazo en una caricia eterna, y susurrando a tu oído al dormir y soñar te diré…;
“ Nunca estarás solo, porque a donde vayas compartiremos el mismo cielo y la misma tierra, porque tu estarás siempre dentro de mi y yo estaré siempre dentro de ti” Yo Ángel de luz…, y tu Ángel de Dios.