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sábado, abril 25, 2009

Caleta El Membrillo Valparaíso Chile



MOTE CON AMOR

Aquel Domingo de Septiembre, los cerros de Valparaíso se teñían de un color distinto, estaban adornados de esperanza, de fiesta dieciochera y de banderas chilenas de todas las clases y de todos los tamaños. En la caleta El Membrillo, durante el mediodía, se comenzó a repletar de gente, paseando, mirando el mar, que se encontraba quieto y muy azul. Don Jorge era un marino retirado de ciencuenta y cinco años,y cuyo pasatiempo era participar en la peña folclórica que organizaba su club de jubilados, su señora Clara siempre lo acompañaba a todas las actividades del club, pero esa tarde se quedó en casa preparando un
asado dieciochero para celebrar en pareja. Sin embargo, Don Jorge tenía insistencia de mirar el mar, por eso se ofreció ese día para atender el puesto de Mote con Huesillos. Sus ojos verdes observaban el mar icansablemente, al parecer quería buscar alguna respuesta, algo del cual él no podía siquiera nombrar; sin darse cuenta un niño de ocho años de rostro dulce y ojos claros, se acercó a él y le tomó la mano. -Señor ¿Por qué está triste? -¡Ah, hola jovencito!, no estoy triste, estoy mirando el mar que está tan lindo. -A mi me gusta el mar, en Santiago no hay. -¿Eres de allá mijo? -Sí, ando paseando con mi Papá y mi Mamá. -Qué bueno,¿Quieres Mote con Huesillos? -¡Ya bueno! ¿Cuánto sale el vaso? -Trescientos pesos. Don Jorge se había enternecido con el niño, le recordaba el rostro de Víctor, su hijo, a esa edad, y sintió una gran tristeza y sus ojos verdes se pusieron transparentes, al contener las lágrimas, dándose cuenta de cuán arrepentido estaba de haber peleado con él. -¿De nuevo se puso triste? -Lo que pasa es que hace diez años que no veo a mi hijo, la verdad mijo, no sé dónde pueda estar. -Ah!!! pero eso tiene solución. El niño corre y entra un restorán de la caleta, el jubilado lo mira intrigado y nota que trae La guía telefónica -¿ Y eso mijo? -Es para que busque a su hijo, o llame a un investigador privado para que lo encuentre, en la tele dicen que ahí se puede encontrar de todo!!! -Ja,ja,ja.- Don Jorge se rió de buena gana con el dulce gesto del niño. La brisa del mar estaba tibia, y comenzaron a romper las olas más seguido en las rocas de la caleta. Las gaviotas revoloteaban buscando comida, los pescadores estaban friendo pescado, todo era alegría y festejo. Don Jorge mientras observaba todo esto, una voz familiar llamó su atención. -¡Jorge, Jorge! -¡Mi Papá!-dijo el niño-¡acá Papá! Don Jorge no podía creer, que esa voz tan familiar, era la de su hijo, en ese momento al viejo marino, se le oprimió el pecho de alegría, quiso correr y abrazarlo, pero no pudo. Víctor al divisarlo desde lejos, se detuvo por un segundo, y luego siguió caminado directo hacia su padre, su rostro mostraba la mayor de las sonrisas. -¡Papá! -¡Hijo,Víctor, mi chiquillo! -¿Abuelo Jorge, eres tú?-preguntó el niño brincando de alegría-¡Con razón me cayó bien altiro! El gran abrazo de encuentro y reconciliación, fue entre los tres, las palabras sobraban, las angustias de la distancias desaparecieron, eran tres generaciones de amor que se perdonaban y aceptaban, el sonido del mar celebró el encuentro, y éste se confundió con una cueca que comenzaba a sonar en la radio de un auto que pasaba por la Avenida Altamirano, y hubo algo más que celebrar en ese dieciocho porteño, entre gente, balcones, ventanas.