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miércoles, septiembre 21, 2005

Crónicas de cerro y balcón

Muchas veces uno no sabe por donde empezar..., cuando queremos hablar de nosotros mismos o de nuestros sueños siempre nos cuesta, es más fácil fantasear con una idea rebuscada que mostrar el sello detrás de la cara oxidada que muchas veces tenemos que ocultar.
Pero a uno tarde o temprano le sale lo valiente y se pone a contar historias asi como esta...,
SENTIMIENTOS
Camino esta tarde, por las calles de este Puerto principal, los pastelones húmedos debajo de mis pies, me indican una vez más que el invierno está proximo a llegar. Me detengo frente al reloj Turri y sin pensarlo mucho enciendo mi cigarrillo de las siete, y el sentimiento de nostalgia de otoños pasados, se apodera de mi mente y de mi corazón.
La verdad, es que amo a este Valparaíso, con sus cerros de casa chuecas y tejados de colores, en donde corrí de la mano de mi Padre y en donde caminé mis primeros pasos de desesperación.
Esta ciudad está llena de sentimientos para mi, la energía de vivir cuando salí del colegio, el amor reflejado en el candor del primer beso colegial, la rabia frente a la desigualdad laboral y la burla, de muchas veces tener la mala pata de ser mujer. La ternura al ver a un niño abrazar a su madre, y la compasión frente al mendigo que pide monedas en la Calle Prat.
Miro el cielo gris, pero de ese gris profundo y marchito, es como la pérdida de todo, como el daño no reparado de la partida...,sin proponérmelo, recordé los pasillos del hospital, y ese olor a espanto volvió a ser percibido por mi una vez más, con las manos apretadas al igual que el nudo que hoy existe en mi corazón, me doy cuenta que el recuerdo más doloroso para mi, aún no se almacena en la memoria, sino está presente día a día, unas veces doloroso otras de resignación. Hace tres años dancé con la muerte, pero pagué muy cara mi osadía, ella se burló de mi y me engañó un día después de mi cumpleaños, y se llevó a mi Padre sin mi permiso y sin derecho a reclamar.
Respiro hondo, y nuevamente el cielo Porteño se refleja ante mis ojos, y me siento feliz de haber sobrevivido. Enciendo otro cigarro y me dispongo a seguir mi camino, repitiéndome para mis adentros, caminante no hay camino..., se hace camino al andar.
¡Bienvenidos..., deseo compratir este camino, el de crear, escribir, reflejar y soñar!

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Pucha como recuerdo mis andanzas por Valparaíso cuando era chico, gracias por esta crónica, la verdad que desde Santiago se extraña la tranquilidad y el tricolor de Valparaíso.

Anónimo dijo...

TODOS HEMOS DANZADO CON ELLA..., LA MALDITA MUERTE

SUERTE ESCRIBES LA RAJA


MAURO