
Cuando aparecen, son hermosos y sensuales, te ofrecen alegría, placer y momentos de felicidad.
Así se aprovechan y no nos deja ver más allá de nuestro propio egoísmo.
Bebe de nuestra sangre, cada vez que lo invitamos a entrar.
Nos gusta.
Nos delata.
Nos acompaña.
En la noctrurna noche de nuestros pensamientos más oscuros.
Nos engatuza con un amor loco y mortal.
Y cuando lo ha obtenido todo, se aleja a buscar otra piel de dulce sangre roja.
Recuerden..., a los Vampiros No hay que dejarlos entrar.
Si se me aparece uno jugaré con él, lo esperaré en el dintel de mi puerta.
Y cuando la penumbra nos cubra absolutamente a los dos..., mis brazos lo rodearan suavemente, el calor de mi cuerpo lo confundirá..., y sin que el Vampiro se dé cuenta, lentamente le estaré clavando una estaca en su muerto corazón.
4 comentarios:
Real y fantastico a la vez dejando un halo de misterio en este breve relato vampiresco.
me gusto muxo sigue asi...
Mary P.
Buena metafora y a la moda con esto del tema de los vampiros, pero si siempre habran ese tipo de entes rondeandonos, me alegra que estes inspiradas sigue escribiendo amiga.
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